Calmar el tráfico constituye
un instrumento para el diseño de un sistema de transporte urbano más eficaz,
sostenible y adaptado a las necesidades de los ciudadanos. Aunque el libro no
tiene desperdicio, en este foro-debate destacamos el interés de los ejemplos de
técnicas de calmado del tráfico que siguen a la explicación detallada de los
criterios de planeamiento y los instrumentos estructurales y normativos
orientados a la movilidad sostenible.
A continuación podéis leer «Del medio ambiente a la sostenibilidad»,
el texto extraído de Calmar el tráfico. Pasos para una nueva cultura de la movilidad urbana, un libro escrito por Alfonso Sanz Alduán
para el Ministerio de Fomento en 2008. Queremos dar las gracias al autor por
proporcionarnos este fragmento del primer capítulo de esta publicación.
Del medio ambiente a la sostenibilidad
Por Alfonso Sanz Alduán
Un factor que impulsa la transformación de la disciplina del
tráfico es la irrupción de los conflictos ambientales globales y del concepto
de sostenibilidad. Lo que en los años setenta del siglo pasado era un conflicto
de ajuste del tráfico con el medio ambiente, se ha transformado ahora en un
reto global: la sostenibilidad. La permanencia de este concepto en el discurso
social y político y en los medios de comunicación se traduce necesariamente en
un nuevo discurso técnico que atiende, en este caso, a la sostenibilidad de la
movilidad.
La cuestión, como ocurre con todos los términos que sufren
el uso y el abuso de los media, es discernir sus significados e
interpretaciones. Indudablemente no parecen estar hablando de lo mismo sectores
tan diversos como los fabricantes de automóviles los vendedores de gasolina o
los grupos ecologistas.
Para unos la «movilidad sostenible» consiste en que el
ajetreo de personas y mercancías siga incrementándose indefinidamente aunque,
eso sí, aprovechando lo mejor posible los recursos energéticos y materiales
requeridos y reduciendo sus impactos. Para otros, sin embargo, la «movilidad
sostenible» no puede más que representar precisamente una reflexión sobre los
límites de nuestra movilidad, sobre los límites de las demandas de desplazarse
y desplazar bienes de aquí para allá, de una punta a otra del planeta o de un
extremo a otro de la ciudad.
En el ámbito de la planificación y del trabajo de los
técnicos de la materia, el apellido «sostenible» debería también remodelar
parte de la estructura de la disciplina, como se explicaba más arriba en
relación al paso del tráfico a la movilidad. La sostenibilidad obliga a reformular
también el objeto de estudio, los métodos e instrumentos de análisis y las
herramientas de intervención.
Respecto al objeto de estudio, la sostenibilidad amplía el
ángulo de visión de los problemas de la movilidad, haciendo hincapié en
relacionar los desplazamientos con sus consecuencias ambientales, tanto las de
carácter más local (contaminación del aire, ruido, ocupación de suelo fértil,
fragmentación del territorio, etc.) como las de tipo global (cambio climático,
biodiversidad, agotamiento de recursos, etc.).
Esa preocupación por los aspectos globales se refuerza al
considerar que la movilidad se confronta con la sostenibilidad no sólo en el
momento de los desplazamientos (fase de circulación), sino en todos los
eslabones de una cadena de actividades y procesos que son necesarios para que
dichos desplazamientos se produzcan. La movilidad es, por tanto, también, la
fabricación, reparación y desecho de los vehículos, la construcción, gestión y
mantenimiento de las infraestructuras o la extracción y transformación de los
combustibles.
Como es sabido, la sostenibilidad no es sólo ambiental sino
también social y, por consiguiente, obliga a considerar también las
consecuencias sociales del patrón de desplazamientos: la salud, la
convivencialidad, la autonomía de los diversos grupos sociales, etc. son
elementos a considerar en cualquier balance del modelo de movilidad
vigente.
Tras el dramático cuadro de la accidentalidad afloran otros
efectos sociales negativos como el miedo y la preocupación, los cuales
desembocan en la inhibición de los modos de desplazamiento peatonal y ciclista
y, por consiguiente, en una creciente inequidad del sistema de movilidad y de
la capacidad de desplazamiento autónomo de un enorme grupo de la población
(niños, ancianos, personas de movilidad reducida).
Esas mismas consecuencias de la peligrosidad se alían con el
dominio del espacio público por parte de la función circulatoria frente a los
demás usos y actividades de las calles. La estancia y la comunicación en el
espacio público, que constituyen parte esencial y fundamento de la vida
callejera, se quiebran. Y con ello se deterioran las redes de comunicación
vecinal que sirven de cimiento al bienestar e incluso a la salud; como ya
mostró Donald Appleyard en los años setenta del siglo pasado, existe una
relación inversa entre volúmenes de tráfico e interacción social en el espacio
público constituido por la calle (Appleyard, 1981).
Problemas ambientales y sociales que afronta la movilidad.
Sostenibilidad global
· Escasez de materiales y energía
· Destrucción de la capa de ozono
· Cambio climático por emisión de gases de efecto
invernadero
· Disminución de la biodiversidad
Sostenibilidad local
· Ocupación de suelos fértiles
· Intrusión visual
· Contaminación de suelos y aguas
· Impermeabilización del suelo
· Ruptura de las relaciones entre lo urbano y el entorno
natural
Sostenibilidad social y económica
· Deterioro de la salud derivada de la contaminación y el
ruido
· Accidentes
· Miedo, preocupación y estrés en el uso de las
calles.
· Deterioro de la salud como consecuencia de la
sedentarización
· Reducción y perturbación de la comunicación vecinal en el
espacio público
· Disminución de la autonomía de ciertos grupos sociales
como niños y ancianos
· Reducción de la autonomía de las personas con
discapacidad
· Efecto barrera de las infraestructuras para los
vecinos
· Incremento del gasto y la inversión en movilidad en
detrimento de otras necesidades sociales
Esa incursión en terrenos antes alejados de las preocupaciones
de la ingeniería del tráfico se salda con una mayor complejidad de agentes
involucrados: la movilidad sostenible es un asunto transversal, es decir, que
atañe a múltiples facetas de la actividad social y económica: a las relaciones
sociales en el espacio público, al mercado laboral, al medio ambiente, a la
salud, a la educación, al modo de hacer ciudad, al destino de las inversiones
públicas, a la cultura del uso y cuidado del espacio colectivo, etc.
De ese modo, las estrategias y políticas de movilidad no
puedan restringirse a un ámbito de la administración o de los agentes sociales
y económicos, sino que se extiende a la mayoría de ellos. Se puede así hablar
de una transversalidad vertical (todos los escalones de la Administración) y de
una transversalidad horizontal (todos los departamentos de cada administración
y todos los agentes sociales y económicos).
No hay que olvidar, por último, que la sostenibilidad tiene
una exigencia novedosa en relación al sujeto de estudio. No se trata sólo de
acoger las necesidades del conjunto de la población, sino también de escuchar
su voz. La movilidad sostenible se debe caracterizar por integrar procesos de
participación social en los que se pueda escuchar la voz de todos, incluso la
de los que normalmente no están bien representados en la «opinión pública»,
como los niños o las personas mayores.
Así, la participación en los planes y proyectos de movilidad
urbana sostenible, tampoco debe ser un nuevo capítulo decorativo que añadir a
los documentos exigidos por las administraciones, sino un elemento que modifica
los procedimientos y fases de trabajo. Y lo mismo cabe decir de las medidas que
surjan del capítulo de propuestas, que únicamente deben ser puestas en marcha
mediante los mecanismos correspondientes de información y sensibilización
social.
Alfonso Sanz Alduán es
geógrafo, matemático y técnico urbanista, miembro de GEA 21. Ha trabajado como
consultor en una treintena de ciudades españolas, colaborando en su
planificación urbanística y de movilidad.
Créditos de las imágenes:
Imagen 1: Los peatones deben ser los principales protagonistas de los modelos de movilidad urbana sostenible (fuente:http://www.bestinjurylawyers.com/)
Imagen 2: Aportaciones de peatones y ciclistas a la sostenibilidad (fuente: Alfonso Sanz)
Imagen 3: Calle peatonal en Donostia (fuente: http://cosasquepasanensansebastian.files.wordpress.com/)
Imagen 4: Barrio con tráfico calmado (fuente: Wikipedia)
Imagen 5: Acción durante la Semana de Movilidad Sostenible en Madrid 2012 (fuente: http://madridfree.com/)
posiblemente si el casco urbano del centro, estuviera cortado al trafico de vehículos a cuatro ruedas
ResponderEliminartodos los días del año , la promoción de la bicicleta en Alcalá seria como el agua de mayo,
que en cuanto caen unas gotas empieza a florecer todo.
juancarlos