miércoles, 20 de mayo de 2020

Un Batallón de Infantería Ciclista en la 2ª República, de Palencia a Alcalá de Henares

Asociamos la bicicleta a lo pacífico, entre otras cosas quizá sea porque en este país su fabricación nació a partir de la conversión de una parte de la industria bélica, tampoco existen apenas datos sobre las funciones que desempeñó en hacer la guerra. Acostumbramos a pensar en su uso cotidiano, si bien llegó a ser un vehículo tenido en cuenta por el Ejército durante algún tiempo para alcanzar una situación ventajosa y anticiparse sobre un terreno en disputa.

Como en su momento os compartimos, los anales de la bicicleta comenzaron en esta ciudad con las Ferias y Fiestas de finales del siglo XIX. Décadas después, hace ahora 84 años, tuvo lugar el traslado del Batallón Ciclista de Palencia a Alcalá de Henares. Este hecho significó que fuese la principal guarnición militar desde las semanas que precedieron al alzamiento militar de julio de 1936 hasta su mismo desenlace. Una primera historia en la que se celebraban carreras y una segunda marcada por el lamento.

Antes de meternos en harina, quisiéramos dar las gracias a la Institución de Estudios Complutenses, a la Fundación Saber.es, y a la Asociación Amigos de Valdeolea. Sin sus respectivas labores de divulgación no hubiera sido posible elaborar esta publicación. Las crónicas alcalaínas y leonesas vienen acompañadas del material gráfico inédito desde la entidad cántabra. Reliquias del pasado.


Antecedentes.

La historia de la infantería ciclista comienza a finales del siglo XIX cuando empezaron a desarrollarse importantes mejoras tecnológicas como la resistencia neumática. Se habían realizado numerosos experimentos para determinar el papel que podían jugar las bicicletas y el ciclismo dentro de las unidades militares. Hasta cierto punto, los ciclistas pasaron a desempeñar funciones propias de las unidades montadas, especialmente las de mensajeros y exploradores. Los soldados de estos batallones podían desplazarse decenas de kilómetros a lomos de sus bicicletas, siguiendo a los oficiales motorizados.

En España, por fechas y funciones, encontramos en fase de pruebas a pequeñas secciones integradas en regimientos de infantería desde 1892, así como la creación del "Cuerpo de Carteros y Repartidores Velocipedistas” en 1894. También durante el reinado de Alfonso XIII, el Ministerio de Guerra decretó el 7 de marzo de 1918 un plan de reformas militares que contemplaba la creación de “tres batallones de cazadores ciclistas”, sin embargo este primer intento no salió adelante en la práctica.


El Batallón de Infantería Ciclista en Palencia (mayo de 1931 – mayo de 1936).

Trece años después, en virtud de la reorganización del Ejército en mayo de 1931, durante el gobierno provisional de la 2ª República, siendo ministro de la guerra el alcalaíno Manuel Azaña, conocedor presencial de unas fuerzas armadas francesas que contaban tanto con secciones como con batallones ciclistas, se decreta que "las unidades de infantería ciclista afectas a las divisiones y las compañías de ametralladoras de los grupos antiaéreos, formarán un batallón a cargo del arma de Infantería”.

Al Batallón Ciclista le es adjudicada como guarnición la ciudad de Palencia, está formado inicialmente por efectivos que componían el Batallón de Cazadores de Montaña "Fuerteventura Nº 10", trasladado desde La Granja (Segovia). El mando es asignado al teniente coronel Primitivo Peire. Se movilizan bicicletas procedentes de diferentes unidades militares de infantería y otras 75 que llegan de la Academia General Militar, con el fin de dar servicio a los fusileros. Asimismo, son enviadas a la ciudad diferentes vehículos motorizados, unos para los mandos y otros para el transporte de la impedimenta, es decir, el bagaje que suele llevar la tropa e impide la celeridad de las marchas y operaciones, como ametralladoras, morteros, y demás materiales, herramientas y útiles necesarios.

Fotografía cedida por AVAL (Asociación de Amigos de Valdeolea).

Si bien existía la intención de poner en funcionamiento un Escuadrón de Caballería con una sección de armas automáticas y otra de infantería ciclista dentro de cada una de las ocho divisiones orgánicas repartidas por el territorio nacional, este Batallón Ciclista acantonado en el cuartel de Carrión resulta ser el único operativo durante los años de la 2ª República, formando parte de la 7ª División Orgánica.

En octubre de 1932 pasa revista en Palencia el presidente Niceto Alcalá-Zamora, y el Batallón participa con sección ciclista y compañía de ametralladoras en las grandes maniobras del Pisuerga “que habían servido para comprobar la maniobrabilidad del Ejército en terreno llano y fangoso por la lluvia”.

Fotografía cedida por AVAL (Asociación de Amigos de Valdeolea)

Al año siguiente, miembros de la plana mayor conocen de primera mano en el norte italiano a la Infantería Ciclista integrada en los cuerpos de Infantería Ligera Bersaglieri, y de quienes adopta el lema latino ‘CELERITATE AC VIRTUTE’, velocidad y valor. Cabe también indicar que el término Bersaglieri procede de bersaglio, traducido como la diana, o el blanco. En el Archivo General Militar queda recogido que el teniente coronel Primitivo Peire “había desempeñado una comisión de servicio en Italia, para conocer la organización y funcionamiento de las tropas ciclistas italianas y las fábricas Bianchi y Guzzi, donde se fabricaban las bicicletas y motocicletas utilizadas por aquel ejército. Por la misma época, tuvo una destacada y meritoria actuación al mando de parte de su Batallón con motivo de las inundaciones que asolaron al pueblo de Baltanás (Palencia), que le valieron el ingreso en la Orden Civil de Beneficencia”.

A principios de octubre de 1934, durante el bienio radical-cedista de la 2ª República, el Batallón Ciclista es una de las primeras unidades militares que acude a sofocar la Revolución en Palencia, León y Asturias, distribuyendo la plantilla entre estas provincias.

Gracias a la Fundación Saber.es conocemos algunos detalles de esta cronología. En la cuenca minera palentina el día 5 es sometida junto a la Guardia Civil la población de Barruelo de Santuñán, situada en el extremo sureste de las faldas de los Picos de Europa. El día 6 toman parte junto a la Benemérita en la conquista de la población de Guardo, sometida una jornada después. El día 10, cruzada la frontera provincial con León, relevan a otras unidades: “retiradas las tropas que penetraron en el valle serán sustituidas por el Batallón Ciclista de Palencia, el cual permaneció de guarnición en Sabero durante algún tiempo, continuando las detenciones de los implicados en el movimiento”. Otras compañías del Batallón combaten en el frente leonés el propio día 6, donde se “consiguió levantar el cerco al que estaban sometidos los guardias civiles de Santa Lucía de Gordón desde el día anterior”, haciéndose así con el control de este punto que une León con Asturias por carretera.

La misión en Asturias es sumarse a otras unidades del Ejército y la Guardia Civil en la incursión por el frente sur. Una vez ya se encuentra conquistado el enclave estratégico del puerto de Pajares, el Batallón forma parte del contingente transportado por tren y carretera desde León, en dirección a la cuenca del Caudal. Llegados a Vega del Rey, entre los pueblos de Campomanes y Pola de Lena, yendo en vanguardia y seguidos por dos unidades de infantería, sufren decenas de bajas al ser atacados por los mineros revolucionarios, quienes concentraron sus esfuerzos en bloquear el avance de tropas hacia el interior de la comarca. En el caso ciclista desde el día 8 al 16, una semana de combate defendiendo la posición.

Dos semanas se había prolongado la insurrección, si bien continúa el llamado “problema del Norte” y la presencia de nuestros protagonistas en tierras asturianas. El 14 de Abril de 1935 desfilan por las calles de Oviedo en el aniversario de la 2ª República. Tres meses después, continúa su presencia en la región, según se indica en este foro experto en la materia: “en julio de 1935 la mayor parte del Batallón estaba aún destacada en Asturias, concretamente en Somió, alrededores de Gijón, hasta el punto que es allí donde se celebran los actos por el 4º aniversario de su creación y no en Palencia, su guarnición normal“. Por esas fechas “se habían comprado un pequeño numero, 37 unidades, de un modelo experimental de bicicleta ligera plegable, capaz de ser llevada al hombro por un soldado."

En la tercera semana de mayo de 1936 son destinados con urgencia a Alcalá de Henares, poniendo fin a la trayectoria en el norte de tierras castellanas a pocos días de cumplirse sus cinco años de existencia.


Llegada a Alcalá de Henares, alzamiento y disolución (mayo julio 1936)

Formado el gobierno tras la victoria del Frente Popular en febrero de 1936, en Alcalá de Henares tienen lugar manifestaciones que se gestan por las celebraciones del triunfo electoral. Algunos manifestantes tratan de imponer su fuerza como multitud, provocan actos de vandalismo, y algunos acuden a las puertas de la cárcel con el objetivo de liberar a presos políticos por la Revolución de 1934. Comienza aquí el clima de crispación en la ciudad, que al igual que en muchos municipios de España, se va caldeando durante la primavera. El caso alcalaíno tiene amplia repercusión, el hecho determinante tiene lugar por altercados entre la muchedumbre y oficiales de Caballería acantonados en los cuarteles de la Plaza de San Diego. Este clima de enfrentamiento provoca que el Ministerio de la Guerra decida el traslado urgente de los regimientos de Caballería, siendo sustituidos el 20 de Mayo por el 7º Batallón de Zapadores Minadores de Salamanca y el Batallón Ciclista de Palencia.

El Batallón Ciclista, desplazado en tren, se convierte así en el principal contingente local con 900 efectivos, compuesto por cinco compañías de fusiles y tres de ametralladoras. Pueden consultarse la organización y la plantilla de personal, así como la dotación de armamento, munición y material. El cuartel del Príncipe es testigo de la llegada de una unidad tan experimental como bien dotada durante el quinquenio republicano.

Fotografía cedida por Pilar Lledó. Cuartel del Batallón Ciclista de Alcalá, en la plaza de San Diego

El destino de Alcalá de Henares y Azaña vuelve a cruzarse, en tanto que en la decisión del Ministro Santiago Casares Quiroga su postura es tenida en cuenta, quedando elegidos tenientes coroneles a cargo de los dos nuevos batallones acuartelados de una contrastada fidelidad con la República. Esta decisión significa, tal como relata Pilar Lledó en el libro “Alcalá en Guerra” que “el cambio de guarniciones militares produjo el desbaratamiento de los contactos establecidos por algunos activistas de la derecha alcalaína y oficiales de los regimientos de Caballería para una posible sublevación".

El 18 de Julio el Gobierno manda el acuartelamiento de todas las tropas peninsulares al producirse el alzamiento del Ejército en el Protectorado español de Marruecos. El día 19 la insurrección estalla en la península. El régimen republicano resiste en Madrid, mientras tanto en Alcalá los acontecimientos se hacen esperar hasta la mañana siguiente. Los mandos de los batallones ciclista y zapadores habían recibido la orden gubernamental de desplazarse a Somosierra para contribuir a frenar el avance de las tropas sublevadas en dirección a Madrid. La situación de los batallones alcalaínos es clave para defender una posible vía de acceso a la capital, como es la carretera de Burgos a partir de su confluencia con la población de Cobeña.
Así pues, se intenta poner en marcha el operativo, hasta que una parte de la oficialidad se subleva, liándose a tiros con los tenientes coroneles, reduciendo a éstos, y asumiendo el mando.
Se desobedece a Madrid y es declarado el estado de guerra. Sin embargo, el mantenimiento de las pretensiones golpistas va a contar con varios condicionantes desde el principio, como señala Lledó: “dos hechos fundamentales caracterizan la sublevación militar alcalaína: la desconexión con la sublevación del resto del país y la falta de apoyo por parte de grupos civiles de derechas en el momento de ocupar la población".

Las tropas sublevadas ocupan las principales calles del casco urbano y los centros administrativos, equipando de ametralladoras sus puntos mas altos. El objetivo del levantamiento es resistir el asedio republicano durante el tiempo necesario como para recibir una hipotética ayuda. Las bicicletas quedan aparcadas, lejos de los fusiles.

El ataque republicano llega por tierra y aire, en tanto que el aeródromo municipal se encuentra en manos de mandos leales a la República, una ventaja estratégica puesta en práctica mediante la propaganda y los bombardeos. Asimismo, una gran columna enviada desde Madrid somete a la defensa de la ciudad, rendida al día siguiente tras presentar poca resistencia.

Una parte de los batallones alcalaínos había decidido desertar. Aquellos soldados capaces de acreditar su afiliación a alguna organización frentepopulista llegan a ser readmitidos en la tropa republicana. En fechas posteriores tiene lugar un juicio sumarísimo con condenas a muerte para algunos de los miembros sublevados en la oficialidad, para otros la sentencia es de condena perpetua. El destino del Batallón Ciclista es similar al de cualquier unidad del Ejército existente hasta el golpe militar, quedando disuelto de inmediato, circunstancia contraria al del bando sublevado.


Batallones ciclistas en bicicleta: Guerra Civil y Franquismo (otoño de 1936 1958).

Unos meses después, nuevamente con una marcada influencia italiana, las bicicletas comienzan a utilizarse por ambos bandos durante la Guerra Civil.  Encontramos en esta etapa de apogeo, por ejemplo, al Batallón Ciclista Errico Malatesta, presente en la infantería de cualquier frente, o los ya citados Bersaglieri Ciclisti, integrados en el Cuerpo de Tropas Voluntarias enviado por Mussolini, participantes en las batallas de Málaga, Guadalajara, Santander y el Ebro.

Llegados al final del conflicto fratricida y a partir de la reorganización del Ejército de 1940, se constituyen tres batallones ciclistas en Barcelona, Toledo y San Lorenzo del Escorial. En este último, según relata el blog El coronel no tiene quien le lea: “aún tuvieron su empleo en la represión del bandidaje quedando constancia de su actuación en la provincia de Ávila participando en la captura de una partida del maquis en la sierra de Gredos”. Por tanto, probablemente tuviera lugar otro episodio represivo de fusileros a pedales contra una guerrilla en las montañas castellanas.

Estos tres batallones ciclistas son unificados en 1944 con la formación del “Regimiento Ciclista Cantabria Nº 39”, de guarnición en Toledo, y activo hasta 1958. Seguidamente, se generaliza la motorización de la unidad. Los caballos de hierro son sustituidos definitivamente por los caballos de potencia, poniendo fin al historial bélico de las bicicletas en España en lo que a batallones se refiere. Transcurridos casi 30 años quedan descartadas estas posibilidades de movilidad táctica sobre dos ruedas.














 




































































Fotografías cedidas por AVAL





Emblema del Batallón



Himno de paz
Himno de guerra